viernes, 30 de diciembre de 2005


Un juego de rol, un gran juego de rol, que a mi parecer va a cambiar la manera de ver los juegos de rol. muy trabajado, muy bien estudiado, una impresion cojonuda y una ambientacion espectacular... muy apto para fans de FF y el anime medieval fantastico. Un saludete y asta otra :P

miércoles, 28 de diciembre de 2005


Ultimamente estamos dale que te pego al Star wars miniatures. la verdad es que esta bien, es un juego realmente sencillo y con muchas posivilidades, para los amantes de Star Wars... el unico inconveniente es que el precio es alto y las miniaturas son aleatorias... una verdadera putada esta moda Magic

viernes, 23 de diciembre de 2005


El jeroglifico de la semana.... si alguien consigue averiguar como hace Ion para estudiar en su escritorio o.. simplemente apoyarse..que me avise XD

viernes, 2 de diciembre de 2005

Agente Marck Gordon

Agente Marck Gordon
Brigada 35
Distrito central


Eran las 2:34 AM, a las afueras de la ciudad, en el centro de un polígono industrial, una oscura oficina. El cordón policial decoraba todo el lugar, saturado por la humedad de la incesante lluvia de estos días y las frías corrientes nocturnas que entraban en el lugar. Las luces de las sirenas de policía se adentraban por las ventanas, coloreando de azulados y rojizos tonos el lugar con un parpadeo peculiar. El ruido de las sirenas, el sonido de las cámaras policiales, y el parloteo de los forenses, sonaban lejanos en mis oídos.

Observaba inmóvil la escena del crimen. Ya me habían hablado de ello, pero a pesar de ser mi primer día en el caso, ya tenía una nueva escena del crimen. Allí estaba la víctima, desparramada en el sofá, a un par de metros de la zona de impacto y con un agujero de bala entre ceja y ceja. Se llamaba Carl R. Thomson, era uno de los contables de “Industrias Rucord”, casado y con dos hijos. Un hombre normal, como cualquier otro. Parece que se quedó a hacer horas extra, y los del turno de limpieza de las 24:00 PM le encontraron así.

Ese asesino bastardo no tenía compasión. La víctima tenía el rostro empapado de lágrimas y los ojos entrecerrados. Según el forense no había signos de tortura, las lágrimas eran devidas a que la víctima habría llorado antes de que lo mataran, al igual que anteriores víctimas. Suponemos que suplicaban por su vida antes de morir. Por su manera de actuar creemos que se trata de una persona que disfruta torturando psicológicamente a sus víctimas antes de morir, haciéndoles sufrir, asustándolas, acorralándolas antes de matarlas. En todo caso, encaja con el perfil de un asesino psicótico. El problema es que le encontramos dos grandes pegas a esta teoría.
La primera, es que no tiene un modus operandi a la hora de elegir a la víctima, y esto no es propio de un asesino psicótico, ya que éstos seleccionan a sus víctimas y son minuciosos. Ninguna víctima suya tiene relación o vínculo con las anteriores, de ninguna clase, ni edad, ni sexo, ni raza, estatus social, trabajo, dinero ... nada.
La segunda pega es la que más nos incomoda al cuerpo de policía. No hay ni una sola pista. Es minucioso con la escena del crimen, no hay arma, no hay bala, ni huellas, ni nada... no hay por dónde empezar. Nada con lo que poder encauzar el caso.

Minutos después llegaron los agentes de criminología a analizar la escena del crimen; yo decidí irme de allí, ya no tenía nada que hacer. Me dirigí al exterior de las oficinas, donde la lluvia no cesaba, sin reaccionar ante ella, y me subí al coche donde me esperaba mi compañero. Al montarme, mirándome me dijo:

-No dejes que te afecte tanto. Es un caso difícil, no debes rendirte tan pronto. Seguro que los de criminología encuentran algo esta vez...- con cierta duda y preocupación, me insistió -...seguro que encuentran algo esta vez...-

Aliviado por sus palabras, levanté la vista y, con firmeza, arranqué el coche. Miré a mi compañero, decidido:

-Pienso pillar a ese bastardo, aunque me deje la vida en este caso.-

Al dirigirme a mi compañero me asusté, su mirada helada estaba clavada en mi muñeca. Y con un gesto frío y temeroso, como si hubiese visto un muerto... sin tan siquiera mirarme dijo titubeando:

-Tu... t... tu... tu prõvidentia*... ha cambiado...

Asustado, miré la parte interior de mi muñeca izquierda donde tenía mi marca, y horrorizado observé cómo mi prõvidentia* había cambiado. Pero no había cambiado como cuando te fumas un cigarro, o tomas unas copas. No eran solo días, ni semanas... había cambiado completamente... Me quedé helado al comprobar que sólo me quedaban meses...